Estimados amigos: En esta, nuestra segunda entrega, tenemos una variedad de temas relacionados a los deportes sobre ruedas en sus diferentes modalidades. Queremos destacar sobre los demás la segunda parte de la historia del ciclismo en nuestro país y las iniciativas pasadas y presentes, para incentivar el uso de los pedales como medio de transporte urbano.
Precisamente a éste último nos vamos a referir en nuestra línea editorial.
Hemos visto con entusiasmo como actualmente nuestra sociedad hace intentos de quebrar paradigmas en casi cualquier aspecto de la vida y por supuesto, el medio de transporte no está exento de estas “buenas” nuevas. Buenas entre comillas porque si bien es causa de asombro que muchos jóvenes con un perfil atípico en el uso de las bicicletas como vehículo de uso cotidiano, también lo es el hecho de que en muchas partes del mundo no es ninguna novedad.
Países como China han hecho toda una cultura en este sentido, llevando el tema de la ‘bici’ urbana hasta el punto de acercarla lo más posible al ideal de un medio totalmente responsable con el medio ambiente con la utilización de materiales para su producción sostenible como es el caso del bambú.
Ampliando un poco, podemos hacer mención de un par de hechos directamente relacionados: Primero contamos con la ley 63-17 sobre movilidad, transporte terrestre, transito y seguridad vial; como marco regulador para el buen desenvolvimiento del ciclista urbano dentro de este gran “ecosistema” que son nuestras ciudades más que congestionadas por el creciente parque vehicular.
Segundo: los ayuntamientos están comenzando a hacer su contribución.
Entendemos que como primeros pasos estamos bien encaminados y como comunidad tenemos que buscar la forma de que el largo camino que nos espera debe tener consciencia ciudadana, educación vial y adecuación de nuestras ciudades, que como todos sabemos, han crecido con poco o ninguna planificación.
Deberíamos aprovechar, a propósito de la apertura de las relaciones con la República China, la experiencia que tienen en este sentido e iniciar algún tipo de plan de cooperación con relación al diseño y producción para tener nuestra versión dominicana de la bicicleta urbana ecológicamente responsable, de costo asequible y producción masiva.
El reto es que todos los integrantes de lo que puede ser un proyecto país puedan hacer practico un sueño que ha comenzado con un grupo de jóvenes dispuestos a sacrificarse por el bien común.
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